Diseño universal, un camino a la inclusión

Por Marianela Pavicich, directora de Robbina diseño inclusivo y docente de Diseño Universal en la Universidad Nacional de Lanús.

Según el Censo de 2010, en la Argentina hay 5.114.190 de personas con discapacidad, lo cual representa cerca del 13% de la población. Ahora bien, ¿qué es la discapacidad? Muchas veces hablamos de discapacidad, sin saber siquiera lo que ello significa. En la actualidad entendemos que la discapacidad no refiere solo a una condición intrínseca de una persona, sino a una situación que se pone de manifiesto cuando la persona se relaciona con un entorno que le genera barreras.

Las barreras son aquellas acciones o productos que obstaculizan, limitan o imposibilitan la participación de las personas en los diferentes espacios. Nosotros, como individuos, organizaciones o empresas, somos quienes generamos barreras hacia las personas que presentan alguna condición particular. Se producen barreras físicas, cuando la infraestructura no es accesible, barreras comunicacionales, cuando se ve afectado el acceso a la información y barreras actitudinales, cuando son nuestros propios prejuicios los que excluyen. 

Considerar la diversidad inherente de los seres humanos desde el momento cero del desarrollo de un producto o de la prestación de un servicio, no solo garantiza la inclusión de las personas con discapacidad, sino que enriquece la visión del diseño. De esto trata el Diseño Universal, que refiere a los “productos, entornos, programas y servicios que puedan utilizar todas las personas, en la mayor medida posible, sin necesidad de adaptación ni diseño especializado.”  

Este concepto, desarrollado por el arquitecto Ronald L. Mace (1941-1998), contempla siete principios para evaluar las características de los objetos o servicios en la interacción con el usuario. Cada uno de los principios está acompañado por cuatro o cinco directrices. A modo de guía, se presenta aquí la estructura principal: 

  • IGUALDAD DE USO. El diseño es útil y alcanzable a personas con diversas habilidades.  USO FLEXIBLE. El diseño se acomoda a un amplio rango de preferencias y capacidades individuales.  
  • USO SIMPLE Y FUNCIONAL. El diseño es fácil de entender independientemente de la experiencia, conocimientos, habilidades o nivel de concentración del usuario. Es simple en instrucciones e intuitivo en el uso. 
  • INFORMACIÓN COMPRENSIBLE. El diseño es capaz de comunicar al usuario de manera eficaz, independientemente de las condiciones ambientales o las capacidades sensoriales del mismo 
  • TOLERANCIA AL ERROR. El diseño minimiza los riesgos y las consecuencias adversas de acciones involuntarias o accidentales. 
  • BAJO ESFUERZO FÍSICO. El diseño puede ser usado eficazmente y con el mínimo esfuerzo posible. 
  • DIMENSIONES APROPIADAS. Los tamaños y espacios son adecuados para el alcance, manipulación y uso por parte del usuario, independientemente de su contextura, posición o movilidad. 

No siempre es posible aplicar todos los principios a un producto o servicio. No obstante, resulta de gran utilidad tenerlos como guía para analizar los diferentes aspectos con los que podríamos enriquecer nuestros desarrollos. 

Desde el año 2014, en Argentina adquiere jerarquía constitucional la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ley Nº27.044). Este documento expresa que “las personas con discapacidad tienen derecho a participar de manera plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”. 

En este marco, el Diseño Universal se propone como una herramienta para generar productos, entornos y servicios que brinden oportunidades a todas las personas, independientemente de sus capacidades. No nos referimos a desarrollar elementos específicos para las personas con discapacidad, sino a sumar estrategias de diseño que contemplen la utilidad y funcionalidad para la diversidad de personas, ya que todos los individuos somos potenciales usuarios de los productos o servicios que se ofrecen en el mercado.  

Un ejemplo muy gráfico para comprender la importancia de pensar en la diversidad, podría ser una rampa en la vía pública. Este elemento es fundamental para una persona que utiliza sillas de ruedas, ya que le brinda autonomía e independencia en sus actividades, pero también es necesaria para una familia que pasea un bebé en cochecito. Finalmente, termina siendo un elemento de uso comunitario, ya que resulta confortable y utilizado por todas las personas.

Este texto intenta ser una invitación para reflexionar sobre las barreras que generamos como personas, cualquiera sea nuestro rol profesional, con el anhelo de comenzar a convertirlas en oportunidades de inclusión y pensar en la diversidad como una forma para enriquecer el diseño. 

Marianela Pavicich es Licenciada en diseño industrial (UNLa) y especialista en gestión de la tecnología y la innovación (UNSAM). Dirige el proyecto “Robbina, diseño inclusivo”, donde se desarrolla mobiliario funcional para las personas con discapacidad. Es docente en la materia de “Diseño Universal” en la Universidad Nacional de Lanús, en la carrera de diseño industrial.

Otros artículos que te pueden interesar