Por Silvia Torres Carbonell, Directora Centro de Entrepreneurship IAE Business School – Directora Programa WISE
Asistimos hoy al auge del acrónimo STEM que tiene su origen en las siglas en inglés de las palabras: Science, Technology, Engineering y Mathematics. Es una nueva tendencia educativa que se centra en la enseñanza de estas áreas, no sólo para incorporar estos conocimientos, sino también para su aplicación práctica en el día a día. Todas las disciplinas que forman la educación STEM se relacionan entre sí, permitiendo un enfoque mucho más global, con el objetivo que las nuevas generaciones estén preparadas para la innovación.
Según el Informe “Mujer y tecnología” que forma parte de la agenda 2019 del Foro Económico Mundial, la problemática identificada es que la representación femenina en la economía digital sigue menguando pese a los esfuerzos colectivos y las necesidades de mercado. La brecha no cesa, sino que crece.
De acuerdo con un informe de la CEPAL (2014) “La industria del software y los servicios informáticos: un sector de oportunidad para la autonomía económica de las mujeres latinoamericanas”, el número de mujeres que optan por formarse en las áreas STEM va en descenso.
Existe además una problemática central que abarca en general a toda América Latina y es el reducido nivel de transformación de las innovaciones generadas en el ámbito de las universidades en emprendimientos consolidados con potencial de alto crecimiento, en particular las lideradas por mujeres.
Vemos en general un bajo nivel de cultura y competencias emprendedoras, sobre todo en estudiantes mujeres en carreras STEM, que restringen significativamente la posibilidad de transformar ideas innovadoras en emprendimientos con potencial de alto impacto.
Asimismo, las limitadas políticas, iniciativas y oferta de servicios de apoyo por parte de las universidades orientadas a estimular la innovación y el desarrollo (I+D) conectados a la creación de emprendimientos de alto impacto, con enfoque en áreas STEM.
Influye también el limitado acceso por parte de los emprendedores universitarios a inversores, especialmente en el caso de las mujeres, lo que no les permite acceder a capital para la prueba de concepto y desarrollo de su negocio; sumado al limitado acceso a mentores calificados, lo cual es tan importante como el acceso a financiamiento.
Además, persiste la inexistencia de una red de emprendedoras dentro de las áreas STEM, que facilite la articulación y el enriquecimiento mutuo y una reducida integración de la mujer en el mundo emprendedor.
Lo que hace falta
Es necesario despertar, detectar y generar mentalidad emprendedora entre las mujeres de la comunidad universitaria de carreras STEM; facilitar la creación y consolidación de emprendimientos de alto impacto, con fuerte componente tecnológico; propiciar el acceso de las mujeres emprendedoras en STEM a la financiación privada; incorporar el talento femenino a la “cadena de valor” del emprendimiento; promover acciones emprendedoras al interior de las organizaciones, bajo la figura de la intrapreneur, así como promover la mayor integración de la mujer en el ecosistema emprendedor STEM. Esto logrará enriquecer ese ecosistema con la mayor participación de la mujer, con su mirada complementaria a la del hombre, trabajando juntos en forma integrada.
Un ejemplo de este tipo de iniciativas que deben promoverse es el Programa WISE Women in STEM Entrepreneurship, una iniciativa del BID Lab y el IAE Business School de la Universidad Austral, que se lleva adelante en Argentina, Colombia, Perú y Ecuador, cuyo objetivo principal es facilitar la construcción del ecosistema para el emprendimiento y la innovación de las mujeres STEM,y contribuir a que los nuevos emprendimientos que surjan de ellas sean innovadores y disruptivos, logren acceder al financiamiento, aumenten su productividad, crezcan y creen puestos de trabajo en los sectores de las nuevas economías.
Hoy en Latinoamérica se están comenzando a poner en marcha políticas y programas para lograr incentivar a las mujeres a desarrollar sus capacidades en carreras STEM y retener luego esos talentos tanto en las compañías establecidas como en los nuevos emprendimientos. Pero el camino es largo y es necesario acelerar los tiempos para lograr una mayor integración con el consecuente impacto positivo para el desarrollo y la prosperidad de la sociedad en su conjunto.